viernes, 24 de junio de 2011

Mareando la perdiz, para variar.

Fotografía del diario "Público" del día 24 de junio de 2011
Para los que defienden, puerilmente, es decir con razonamientos de criaturas juguetonas, que el límite de velocidad a 110 km/h baja el riesgo de accidentes, les recomendaría no salir de casa, ponerse el casco, el cinturón en el sofá para ver el fútbol, airbag en las puertas de la nevera, cámaras de seguridad en la habitación y demás medidas que aconseja..., bueno, no sé quién, pero seguro que algún cretino también aboga por estas medidas de seguridad. Ésta y sus medidas de control, están en la consciencia de cada persona y eso no se puede controlar. A ver si nos enteramos de una vez. El que quiera ir a esa velocidad, nadie se lo impedirá. Abrir el abanico de posibilidades, no sólo no es un atentado contra la libertad de nadie, sino que posibilita ejercerla con más responsabilidad. O así.

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