No sé por qué, cuando miro el panorama mundial, me acuerdo de esta parada de mercadillo. Ves los productos: financieros, bienes, servicios. Aparentemente, nadie hay detrás de todo este gran mercado. Sin embargo, en cuanto te aproximas y miras con atención "su" territorio, aparecen personas con nombres y apellidos que te saludan con cara amable. Sólo que no puedes escoger y mucho menos regatear. O es lo que te marcan o no hay nada a hacer.
Prefiero los mercadillos en donde se puede escoger y hasta regatear. Los otros, los que nos enseñan su mejor sonrisa mientras te desnudan y te venden tus ropas, de nuevo, a precio desorbitado, esos no me interesan.
Sin embargo, parece ser, es casi seguro, con una certeza elevada que nos compran y venden por piezas sin que nadie se inmute. Me refiero a aquellos que pueden inmutarse. Los ejemplos están cerca, no hace falta emigrar a países lejanos, aunque también. La política, creo que así ha sido siempre, es un mercadeo en donde gana aquel que menos arriesga y aquel que más uso de la autoridad hace.
En fin, que los mercaderes de este país..., quiero decir que los políticos de este país no están por la labor de favorecer a la ciudadanía, sino de hacer malabares en los semáforos, para confundir al personal y alargar su poder tanto tiempo como les sea posible.
No se les puede dejar solos. Son como críos..., mal criados, por cierto.
Hipócritas, falsos, deshonestos, desvergonzados, estos forman parte de aquello de lo que tanto hablan: La gestión por valores. Y ellos ponen en valor todo lo contrario de lo que pregonan: Sacrificio, dedicación al ciudadano, optimismo en el futuro, ansias de trabajar. ¡Bah!, sinsorgadas frikis, para ciudadanos honrados.
De veras, no se les puede dejar solos.