viernes, 14 de enero de 2011

Políticos, politicastros y sindicaleros. ¡Vaya peña!

Si no es porque va en serio, parecería una broma. Llevan no sé cuantos días dando la vara con los acuerdos sobre las pensiones. Sobre la necesidad de esas "reformas", vaya eufemismo, cuando expertos en el tema nos avisan de que no hay nada en peligro y que, además, se está tratando el asunto desde un punto de vista absolutamente demagógico, para contentar a "los mercados" (¿qué debe de ser eso, acaso no tienen nombres y apellidos?). No nos merecemos a estos políticos, ni a estos sindicatos descafeinados. Lo que hay que hacer para guardar y mantener la silla caliente. ¡Ah y para que nadie se la quite a ninguno de estos cabestros! Y nosotros pagando impuestos y más impuestos.

Sé que me repito como la cebolla, pero a los políticos y politicastros no se les puede dejar solos. ¡A saber lo que son capaces de hacer, si no les tenemos vigilados, y dejamos de ayudarles a aprender a leer y escribir!. Lo más difícil es que aprendan a movilizar sus emociones positivas. Las perdieron, junto con la inocencia, el día que juraron, prometieron o lo que fuera, su cargo. Así y todo, soy muy optimista. Algún día sabrán lo que es bueno y nos dejarán en paz. Ellos y todos los demás de su ralea.


Mirad como nos están dejando la casa. ¡Nos van a hundir!

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