miércoles, 27 de octubre de 2010

Que país, que paisaje y que paisanaje, como dijo alguien.


En la página 164 del libro ("Dios os cría..."), se recoge un pasaje en el que Dragó relata unos hechos de 1967: "En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba". Tras estas palabras, el escritor y periodista afirmaba que ya podía confesarlo, porque de suponer un delito, éste ya había prescrito.


Esta criatura perversa es la que nos faltaba para colmar el vaso de la estupidez, demagogia, chulos playa y otras derrotas mentales. Ah! y en este caso, además, pederasta manifiesto, aunque luego, visto lo visto, resulta que recula, que es lo que hacen los traidores y se desenrreda como puede. Pero siempre nos quedará... ¡No, París no! sino un asqueroso tipo de mierda.

Si queréis más información, sólo hace falta buscar, poco, en las hemerotecas sobre sus andanzas machistas que son muchas, demasiadas, y aplaudido, por si fuera poco, por la chusma mediática más rancia y casposa de este país. Algunos se dicen intelectuales, pero cómo serlo con coeficientes intelectuales y emocionales por debajo de lo mínimos.

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