viernes, 15 de enero de 2010

En un principio fue la palabra, pero ahora ni se sabe.


En el principio fue la palabra hasta que hemos llegado al escáner personal en los aeropuertos. Claro que antes ya teníamos cámaras de vídeo en las calles, en el metro y en “ni se sabe dónde más”, pasando por las cámaras fotográficas en los semáforos y otros artilugios.

Me siento muy seguro. Mucho. No sé cómo la humanidad ha podido pasar tantos miles de siglos sin estos adelantos tecnológicos y no centrarse en inventar la rueda o en aprender a hacer y mantener el fuego. Por cierto, esta última habilidad también se convirtió en un compañero inseparable de la Santa Inquisición que nos libró del mal hasta bien entrado el siglo XIX o así.

Estoy que me salgo cuando veo a las fuerzas represivas del Estado pertrechas de tal guisa, que parecen salidas de la Guerra de las Galaxias, versión 10.0. Por favor, ¡que maravilla de seguridad me están proporcionando! Claro que cuando las necesitas en situaciones de riesgo, como una salida aglomerada de fin de semana o vacaciones multitudinarias, están ..., ¿dónde están?

Los diarios se hacen eco de las declaraciones del encargado del asunto de la movilidad y tránsito, para convencernos que son como nuestros ángeles protectores.

Mirad, hay veces que prefiero estar menos vigilado, perdón, protegido. Cuando quiera ya pediré ayuda. Y si puedo, se la solicitaré a personas de mi confianza, no a las fuerzas de la Guerra de las Galaxias versión 10.0. Esto es sólo mi opinión. Pero me gusta compartirla contigo, cuando pasas por aquí.

No hay comentarios: